HAYAWATAS

Pasan los años y me pregunto a qué edad deja uno de temerle a algunas tonterías. Hay miedos que uno cree que con el tiempo se superarán. Cuando yo sea grande voy a ser como mi mamá o como mi papá, o como los dos juntos. Y uno crece y sigue viendo a los padres como unos superhéroes cuyos poderes nunca vamos a alcanzar. Hay miedos que sabemos que probablemente no pasen, que son parte de nuestra cultura y que quizá se atenúen un poco o nos aproximemos a ellos con más sabiduría y así los haremos más llevaderos. Pero, ¿cuándo deja uno de tenerle miedo a las cucarachas, a las mariposas enormes y feas, al dentista, a agarrar una afeitadora descuidadamente, a las inyecciones?, sólo para mencionar algunos. Yo estoy desistiendo a mis 28. No son genéticos estos superpoderes.

Lamentablemente el paquete de ser humano viene con una cantidad de sentimientos que uno no pidió, y seguro que de tener la opción dejaríamos un poco de cosas por fuera, pero ni modo. Si le sumamos la condición de mujer, la desventaja es enorme. Y reniego, y trato de ignorarlos, pero ¿quién puede contra El Creador? Busco por todas partes y no encuentro el buzón de sugerencias.

I’ll do whatever I’m suppossed to. I’ll take a deep breath and count to ten, maybe a hundred or a million, whichever serves a better purpose. I’ll sit around and wait for my thoughts to go away and my mind to calm down. I’ll try to be smart this time and play it cool. I’ll chill to some music and some drinks. I might even read a little. I’ll do some laundry because anything that keeps me busy looks like the right way to go. I’ll turn on the tv and I’ll watch whatever is on. I’ll make myself some well deserved dinner. I’ll close my eyes and I’ll ask God for patience and wisdom. I’ll look at myself in the mirror and I’ll embrace the sad grinned reflection on it. I’ll walk a little and I’ll come back to the couch. I’ll lie to myself for as long as I have to. I’ll smoke a cigarrette and I’ll look at the moon with no intention to make wishes. I know I’ll feel much better after some time, probably a year or two will be enough, but meanwhile,

I swear I can’t wait to raise some hell!

No todos los días me despierto igual. A veces me despierto con una felicidad desbordada, ridícula pero sabrosa, y me creo invencible, imparable. Otras mañanas me despierto odiando al mundo, y no soporto desde a Chávez ni hasta mi pobre perra. Hoy desperté con muchas ganas de oír una canción en especial, alguna que no sabía cuál era exactamente, pero que se pareciera a como amanecí sintiéndome. Puse la radio y cambié de estaciones sin parar, y nada. Noticias y reggaeton. Busqué mi iPod para ver si entre mi selección conseguía la canción que esperaba. Adelanté al menos 20 canciones porque ninguna era la que necesitaba. Entonces decidí apagarlo, me quedé sin música y con un silencio casi total. Finalmente encontré lo que quería oír.

Miguel d´Ors

El lunes es el nombre de la lluvia
cuando la vida viene tan malintencionada
que parece la vida.

El martes es que lejos pasan trenes
en los que nunca vamos.

El miércoles es jueves, viernes, nada.

El sábado promete, el domingo no cumple
y aquí llega otra vez -o ni siquiera otra:
la misma vez- la lluvia de los lunes.

Pocas nimiedades me son tan molestas como la sensación de mojarme las medias cuando voy caminando descalza. Es pasar de la comodidad inadvertida a un frío pegajoso que se adhiere a nuestra seguridad para dejarla arrugada como papel maché. Y aunque tenga la posibilidad de secarme y cambiarme las medias en seguida, el daño está hecho ya.

He tenido esa sensación desde que desperté hoy. Y pisé un charquito de agua esta tarde.